LOS NIÑOS SON SERES PENSANTES

YA NO ESTAMOS SOLOS
DISTINTOS ABUSOS INFANTILES

Psic. Andrés Caro Berta

El abuso infantil se suele ver socialmente en acciones violentas de padres y madres, incluso con desgraciadas connotaciones sexuales. Sin embargo, la falta de respeto a los derechos del niño encierra conductas que pasan desapercibidas habitualmente, por entenderse  equivocadamente que las mismas no tienen consecuencias en los hijos.
Veamos dos extremos (graves) de violencia hacia los menores por parte de los padres y que sin embargo, a pesar de ser absolutamente comunes en lo cotidiano, no se perciben como dañinas, y hasta muchas veces se las toma livianamente como fuentes de bromas.



¿LOS NIÑOS SON SERES PENSANTES?

Por supuesto que inmediatamente me van a contestar que sí. ¿A quién se le ocurre decir lo contrario? Sin embargo…
Muchos padres parecen, en los hechos,  opinar lo contrario.
Ocurre que a la hora de expresar afectos positivos o negativos hacia su pareja, los adultos no toman en cuenta la presencia de hijos y ello, no cuidándose  en su manifestación.

Habitualmente ese ocurre, más seguido de lo que uno puede suponer, y basta que pongamos atención a lo que se da a nuestro alrededor, o lo que nosotros hacemos o decimos, para darnos cuenta de  que, por ejemplo, ante una crisis de pareja, uno de los dos o ambos integrantes comienzan a agredirse verbalmente sin considerar al niño que está presente.
Pero también ocurre que no se toma en cuenta al menor cuando se sostiene un vínculo sexual, sin considerar si el pequeño capta por alguno de sus sentidos  algo que no entiende, que le confunde y que luego será fuente de traumas que incidirán en su vida adulta.

Cuando se le señala al adulto esto, comúnmente expresa que eso no importa, que el hijo no entiende por ser eso: niño, que son cosas que se dicen o se hacen y sólo los mayores pueden comprender.

Gravísimo error.


LA PELEA ENTRE ANTONIO Y MARÍA, CON SOFÍA COMO ESPECTADORA

Muchísimas de las conductas que luego se tienen con los años, comienzan justamente en ese papel pasivo de observador o espectador  que se le  impone al  niño, sin respetarle en sus derechos.

Ejemplo:

María está divorciándose. Encontró un papel en uno de los bolsillos del pantalón de su esposo que le generó la sospecha de una relación fuera del matrimonio. María comenzó a acosar a Antonio para que le dijera la verdad. Éste negaba hasta que luego de varios días, aceptó que eso era así. Sofía, la niña de 7 años fue espectadora de todo ese proceso. Por momentos se acercaba a su madre, por momentos lo hacía a su padre.
Ambos adultos en ese tiempo se insultaron de muchas formas, y como es de imaginar, fueron subiendo el nivel de agresiones, llegando al borde de la agresión física.
Sofía se angustiaba. Se refugiaba en su muñeca, tuvo dificultades serias en la Escuela, se tornó taciturna. Finalmente, presenció el desenlace de esa crisis, sentada en el comedor, mientras la madre echaba al padre y éste decidía irse.
Los dos estaban más preocupados por lo que  pasaba entre ellos, que en la niña.
Pero eso no terminó ahí.
María encaró la vida en solitario. Frente a la hija, permanentemente murmuraba su decepción por lo que había hecho Antonio, y a los pocos días armó dos bolsas con algunas pertenencias de su esposo infiel y con la ayuda de la niña que no estaba muy convencida de lo que estaba haciendo,  las tiró por la ventana quedando éstas en la calle. Alguien alertó al hombre, quien vino a buscar lo que le pertenecía, y a su vez a increpar a su mujer. Sofía seguía presente, escuchando. Ninguno de los dos prestaba atención a lo que ella pudiera sentir, más buscaban generar una alianza contra el otro.
Ahora María inició el divorcio. Pero está furiosa. Discute con Antonio por teléfono largas horas con Sofía dando vueltas a su alrededor. La niña pide su atención, pero María no puede salir de su crisis matrimonial, e incluso se ha puesto violenta alguna vez hacia la niña, rezongándola por cosas menores.
María, en un cumpleaños estaba con gente conocida de la pareja. Sofía permanecía pegada a ella. Por momentos se iba con los otros niños, pero cada tanto volvía a donde estaba su madre. María hablaba en voz alta a quienes la rodeaban trasmitiendo lo porquería que es Antonio, lo desgraciada que es ella, la poca suerte que tiene en la vida, cómo Sofía sufre por lo que hizo su propio padre, mientras la niña miraba cada tanto hacia arriba, o directamente actuaba como si no estuviera prestando atención.
Alguien le pidió moderar sus palabras ante la presencia de la pequeña, pero  María sin detenerse, expresó al pasar: “Ella no entiende. Es muy chica. Pero además que aprenda lo que le hacen los hombres a las mujeres”

Debo aclarar que si bien este caso real refiere a una madre, no por ello debe verse esto como algo que incrimine a la mujer y quite responsabilidades al hombre.
Ocurre algo muy similar cuando Sofía está con su padre.

A los dos mayores les invade el sentimiento de amor- odio, rencor, e impotencia y no pueden entender el daño que le están haciendo a esa niña que algún día, pronto será  adulta y va a arrastrar ese cúmulo de episodios vividos tempranamente desde el lugar de espectador, que le afectarán en su personalidad  y lo más grave, la llevarán inconscientemente a tender a repetir con sus futuras relaciones de pareja actitudes similares a las que vio y escuchó cuando niña.

VÍNCULOS SEXUALES DE LOS ADULTOS, PERCIBIDOS POR SUS HIJOS

Recién veíamos en el ejemplo de María, Antonio y Sofía, lo que ocurre habitualmente cuando no se toma en cuenta la importancia de separar a los hijos de los conflictos matrimoniales.

Pero también ocurre habitualmente abuso infantil cuando la pareja se lleva bien y existe armonía dentro de la misma.

¿Cómo es eso?

Sigmund Freud, el fundador de la corriente psicológica llamada Psicoanálisis, estudió esto y lo colocó dentro del desarrollo psicosexual de los niños, en lo que llamó “fantasmas inconscientes”  que se encuentran en todas las neurosis de los adultos y prácticamente en todos los niños.
(Sin embargo, el propio Psicoanálisis ha desarrollado poca literatura al respecto y es una deuda pendiente que debe abordarse teóricamente)

¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE “ESCENA PRIMARIA”?

Aludimos con esa denominación, a  la captación por medio de alguno de los sentidos, del vínculo sexual de la pareja de padres, por el niño,  se encuentre o no en el cuarto en el que se realiza, aunque en un alto porcentaje se le mantiene dentro del mismo.

Es lamentablemente demasiado común que el niño duerma en la misma habitación donde lo hacen los adultos, hasta una edad avanzada.
Y también  tristemente habitual que el pequeño permanezca en la cama de los padres.



Los pretextos son muchos. Miedo a que le pase algo, no sentir si respira bien, o si tiene tos. O no soportar sus llantos, que tenga demasiado frío, o demasiado calor según la temperatura que haya, entre otras cosas, fácilmente recordables por todos nosotros.

Cuando ello ocurre, y sienten deseos eróticos, los padres esperan a que el hijo esté dormido en la cuna o la propia cama para iniciar acercamientos amorosos, y todo transcurre “sin ningún problema”, mientras el pequeño está con los ojos cerrados, como si de esa forma estuviera “desconectado”
También es fácil oír decir que el bebé “no entiende”, y por lo tanto, “no le pasa nada”

Esta forma irresponsable de encarar el acto sexual por parte de ambos cónyuges genera en el pequeño posteriormente, dificultades de todo tipo, entre ellas traumas que dificultan la relación de pareja, disfunciones sexuales en el adulto, etc.

Es habitual en el consultorio, al comenzar el paciente a recordar su infancia, incluso a través de los sueños, que aparezca la referencia confusa  de lo que ocurrió en el dormitorio de los padres cuando se era pequeño, y que lo tuvo al hoy adulto, como espectador “privilegiado”

TRES ACTORES, UN ESCENARIO

Freud denominó a la captación por el niño, de las relaciones sexuales de sus padres  como “Escena primaria”

Escena porque se desarrolla en un escenario (el dormitorio, la cama) entre dos actores (papá y mamá) y un espectador (el hijo, o los hijos)
Primaria porque es de las primeras experiencias que se tienen y que luego condicionan inconscientemente la personalidad del individuo.

En mi larga experiencia como Psicoterapeuta me he encontrado con casos que pueden considerarse graves, en personas que consultan por problemas laborales o de relación social o se encuentran en medio de serias dificultades de pareja, o crisis de identidad.

Una vez que uno comienza a investigar, se va dando lugar al recuerdo, confuso inicialmente, de dichas experiencias traumáticas iniciales. Otros pacientes, en tanto, recuerdan claramente haber dormido con sus padres, hasta los dos, tres, cuatro o más años.

EL CAPTAR POR ALGUNO DE LOS SENTIDOS

Por supuesto que esto no sólo ocurre si el niño, en la misma habitación, participa pasivamente de la actividad amorosa de los padres.

Tan dañino como eso puede ser si, aunque esté en un cuarto contiguo no se tienen las previsiones necesarias para evitar que se escuche o se vea lo que ocurre en el dormitorio de los mayores.

No siempre se cierra la puerta, no siempre se evita el tono alto, no siempre se es precavido en lo que se está haciendo.

¿POR QUÉ ES TAN GRAVE?

El ser “espectador” de tal escena es vivido angustiosamente por el pequeño, por no entender qué está pasando entre sus padres. En su corta edad, lo que capta por alguno de sus sentidos  lo interpreta como una forma salvaje de sometimiento de la madre por parte del padre, con acatamiento de la presunta víctima, desata sentimientos ambivalentes y confusos hacia ellos dos, en particular en su relacionarse sexual.
Aparece un gran odio, un gran dolor, impotencia, rencor, y por otro lado una excitación sexual no querida y menos entendida. Gran parte de las disfunciones sexuales posteriores tienen como origen la “escena primaria”

Debe entenderse que el niño, por recién estar formándose psicosexualmente, al recibir estos impactos que lo desestabilizan, apenas puede entender lo que capta por alguno de sus sentidos, y en una acción que busca encontrarle una lógica, rellena con lo que puede, lo que está sucediendo. De allí el que se le señale como “fantasmas” amenazantes que generan un entramado neurótico que se manifestará con los años.

APENAS UN EJEMPLO

Una paciente comenta en la consulta, al asociar sus conflictos actuales con recurrentes pesadillas nocturnas: “Sueño que me escondo bajo una frazada pero no puedo evitar sentir cómo torturan a alguien, muy cerca de mí” Ese dato fue llevando a otros hasta que aparece la “escena primaria” La paciente señala: “Recuerdo la primera vez que vi a mis padres teniendo relaciones sexuales. Yo era chica. Tenía tres años. El dormitorio donde yo dormía se comunicaba con el de mis padres. Desde ahí se podía ver el borde de la cama de ellos. Una noche me desperté por el ruido que hacían,  bajé de la cama y vi que mi viejo tenía relaciones, mi madre se quejaba y me dio mucho miedo. Pensé que papá la estaba lastimando. No entendí nada de lo que estaban haciendo por lo que corrí y me escondí debajo de las sábanas tratando de que no me pasara lo que le estaba sucediendo a ella. Desde ese día, le tuve miedo a papá. Pero nunca dije nada.”

A MODO DE RESUMEN

En los dos ejemplos que he aportado, he intentado mostrar que cuando nos referimos a abusos hacia los niños, debemos tomar en cuenta no sólo aquello que visiblemente es una clara agresión a los derechos de los menores, sino que también hay conductas de los mayores que claramente violentan a quienes son sus víctimas, y que en la mayoría de los casos, hasta socialmente, no son tenidas en cuenta como factores que inciden en la salud psíquica de quienes recién están en las primeras etapas del desarrollo psicosexual.

Los adultos deberíamos asumir más responsablemente la función de padres y madres, y entender finalmente que nuestros hijos también son seres pensantes, y que deben crecer en un entorno que les evite traumas que le condicionen su vida. Pero por sobretodo, los adultos debemos entender de una vez por todas que nuestros hijos  merecen todo nuestro respeto.

Psic. Andrés Caro Berta
Psicoterapeuta. Perito Judicial
Psicólogo Social
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