El alcoholismo atenta contra el placer sexual

 

 

Dr. Santiago Cedrés.

Médico internista – Sexólogo clínico.

Presidente Sociedad Uruguaya de Sexología

Miembro Academia Internacional Sexología Médica

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Según el saber popular, el consumo de alcohol nos ayuda en el proceso de deshinibición para relacionarnos con los demás con mayor facilidad, pero lo que no está correctamente difundido, son los efectos del alcoholismo sobre la vida sexual.

A nivel cerebral, el alcohol actúa predominantemente sobre el lóbulo frontal alterando la capacidad de juicio y el autocontrol, modificando en consecuencia la percepción y las conductas del individuo.

Muchos consideran a la ingesta de pequeñas dosis de alcohol como un poderoso estimulante sexual. Sin embargo, al tiempo que vivifica el deseo, inhibe otras zonas del cerebro implicadas en la respuesta sexual, dificulta el coito y por consecuencia, la posibilidad de satisfacerse sexualmente.

Existe evidencia científica sobre esta repercusión:

Se destacó en un artículo científico publicado en la revista cubana “Sexología y Sociedad” que alrededor del 50% de los hombres y del 25% de las mujeres que consumían alcohol, presentaban disfunciones sexuales de diferente tipo.

Otra investigación reciente demostró que de 62 pacientes alcohólicos,
35 presentaban alteraciones de la respuesta sexual. Entre un 30 y un 40% informó dificultades para lograr la excitación sexual y aproximadamente un 15% una significativa reducción en la frecuencia o intensidad.

En la actualidad, si bien no contamos con datos fiables acerca del estado hormonal de las mujeres alcohólicas, se piensa que su sistema endocrino sufre mayores repercusiones que el del hombre. Se ha observado que estas son más susceptibles a las enfermedades hepáticas, envejecen prematuramente y padecen menopausia en edades más tempranas.

Los alcohólicos suelen presentar también insuficiencia hepatocítica hasta el grado de cirrosis, neuropatías periféricas, insuficiencia cardíaca, junto a otros padecimientos que ocasionan molestias durante el acto sexual debido a que traen consigo sufrimientos físicos que impiden el disfrute.

EFECTOS DEL ALCOHOL SOBRE EL FUNCIONAMIENTO SEXUAL

Intoxicación aguda

Clínicamente se manifesta desde pequeñas alteraciones en la coordinación de la marcha hasta el coma y la muerte.

Dosis pequeñas (1-2 copas)
Desinhiben y facilitan el contacto social. Esto ayuda especialmente a las personas tímidas, volviéndolas más conversadoras y alejando sus temores de contactar con los demás. Hay una graduada liberación pulsional bajando las resistencias morales.
El deseo sexual esta estimulado, ambos sexos están más proclives al "galanteo" y las actitudes seductoras así como la risa surgen con mayor facilidad.
En la mayoría de las mujeres facilita la obtención de orgasmos; sin embargo, en la mayoría de los hombres disminuye la erección. En los que no la dismunuye, hay una demora en obtener la eyaculación que es usada por algunas personas a modo de "tratamiento" de su eyaculación precoz.
A nivel plasmático ya aparece un descenso de la testosterona.
Dosis moderadas
Variable para cada individuo, aparecen transtornos motores, de la memoria y del juicio.
Altera en ambos sexos la etapa de excitación y hay en el hombre una marcada dificultad en obtener una erección satisfactoria.
Dosis altas
La erección en todos los hombres es insuficiente, y tiene una eyaculación retardada y no muy placentera.

La mujer no se lubrica y no se alcanza el orgasmo.

Intoxicación Crónica
Los efectos a largo plazo de esta sustancia traen como consecuencia un aumento de estrógenos en el hombre, atrofia testicular, incapacidad de erección junto con un descenso del deseo.
Existen pruebas de que en el hombre el alcohol disminuye la producción de testosterona, provoca un cambio relativo hacia una mayor cantidad de estrógenos, y hace que la testosterona libre y biológicamente activa disponible en los tejidos sea menos. También debilita la espermatogénesis (producción de espermatozoides).
La incidencia en este sentido ha sido demostrada mediante investigaciones ejecutadas con hombres no alcohólicos, los cuales han presentado un descenso en la testosterona en sangre después de ingerir diariamente cierta cantidad de esta droga.

En las mujeres, el consumo excesivo provoca dificultades en la excitación y en el logro del orgasmo.


Algunos autores definen al alcoholismo como la principal causa de impotencia y los actualizados informes del Instituto Kinsey señalan que aproximadamente el 50% de los alcoholicos crónicos presentan bajo apetito sexual, difunción eréctil y transtornos eyaculatorios (eyaculación retardada o inhibida).

Parafraseando a Shakespeare, el alcohol «provoca el deseo, pero frustra la ejecución». Es preferible por este motivo, no hacer del consumo un hábito si aspiramos a un funcionamiento sexual pleno y placentero. Hay que tener en cuenta también que las secuelas del consumo permanecen aunque la persona abandone la ingesta, y solo en el 50% de los casos se vuelve a un funcionamiento sexual normal. Este porcentaje asciende notablemente cuando el paciente además de abandonar el alcoholismo, tiene la posibilidad de hacer un tratamiento de rehabilitación sexológica total.