PARAFILIAS

Dr. Santiago Cedrés.
Ex Prof. Adj. Medicina Interna – Sexólogo clínico.
Presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología.
Miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica.

Para la clínica sexológica las parafilias constituyen un tema fundamental. Si bien los casos que se presentan por año constituyen un porcentaje no muy elevado, las mismas son el segundo motivo de consulta luego de las disfunciones sexuales.

El hecho de que se presenten pocos pacientes en la consulta no implica que sean pocos los casos reales, más bien son pocos quienes las viven como conflictivas. Ello hace que no sea posible estimar la cantidad de sujetos que conviven con una parafilia.

El término parafilia proviene del griego pará que significa “al margen, fuera de” y philéo “amor, amante”. Dicha nominación con carácter descriptivo, fue asignada con la intención de quitar la gran carga valorativa de términos empleados anteriormente como aberraciones, perversiones, desviaciones. Hay quienes prefieren hablar de expresiones del comportamiento de la sexualidad ya que toda la población sexualmente activa realiza estas conductas con diferentes intensidades. Autores como Walster y Walster (1980) consideran que cualquier conducta sexual es normal mientras exista voluntad y consentimiento entre quienes la practican. La mayoría de los autores coincide en que lo problemático implica que el individuo obtenga la satisfacción sexual de manera estereotipada, marcando la importancia de diferenciar entre las conductas ocasionales y la repetitiva que implica un medio exclusivo de obtener gratificación erótica.

En la historia
En el siglo 19 el neurólogo alemán Richard Von Kraft Ebing se dedicó al estudio científico de tales manifestaciones sexuales con la intención de incluir tales problemas dentro el discurso médico-legal y de esta manera alejarlas de una visión moralista. Para tal cometido, su obra, Psicopatía Sexualis (1886) fue escrita en latín, alejándola del discurso popular, reservándola al público académico. Luego  aparecen las publicaciones de Sigmund Freud (Tres Ensayos Sobre la Sexualidad Infantil de 1900) donde resalta la importancia de la libido como fuente energética. En la década del 70 y 80 John Money introducen el texto Mapas del Amor, en el cual describe los caminos que toma la mente del individuo para lograr el placer erótico sexual. Cuando el mapa del amor es desviado ocurren las parafilias. El DSM IV (Asociación Psiquiátrica Americana, 1994) establece los criterios para clasificar ocho tipos de parafilias: Exibicionismo, Fetichismo, Froteurismo, Pedofilia, Masoquismo Sexual, Sadismo Sexual, Fetichismo Transvestista y Voyeurismo y Parafilias no clasificadas previamente (Escatología Telfónica, Necrofilia, Parcialismo, Zoofilia, Coprofilia, Klismafilia, Urofilia). La CIE 10 (Clasificación Internacional de Enfermedades) realiza una clasificación similar al del DSM incluyéndolas en la sección de Trastornos del impulso.

Lo normal
Lo que se considera normal y anormal está determinado por valoraciones dadas en un momento determinado de la historia. Muchos de las prácticas sexuales consideradas normales en la actualidad eran anormales tiempo atrás. Es fundamental entender lo normal-anormal como una valoración cultural y no como algo inamovible e incuestionable. Comprender esta perspectiva genera una visión más amplia y por ende saludable. Es fundamental como terapeutas pararnos desde esta mirada integrativa, global, compleja, despatologizante, para lograr comunicarnos con lo sano de quien consulta y que el propio paciente tome contacto con ese lado saludable de su ser.

Lo normal en una sociedad determinada implica un sistema de valores que determinan pautas deseables, esperables y ejemplares para sus integrantes con la finalidad de establecer un orden, parámetros de conducta, reglas a cumplir, o un castigo por no obedecer. La curva normal determina aquello que entra en lo más esperado así como lo que queda por fuera de la misma. En sexología se intentaron establecer criterios de normalidad-anormalidad que basan sus supuestos en criterios estadístico, filogenético, moral, legal y social. Como terapeutas debemos saber priorizar las conductas saludables, alentando aquellas que colaboran a conocer y enriquecer más sobre la persona, atentos a denunciar aquellas que puedan ser peligrosas tanto para la salud del paciente como de quienes lo rodean.

Las expresiones del comportamiento sexual engloban las potencialidades de expresión de los seres humanos. Las mismas podrían llegar a ser problemáticas tanto desde el punto de vista personal como social cuando pierden mesura. La variedad de prácticas sexuales que los seres humanos realizan, pueden contener, llevadas a un extremo, una parafilia. Ello explica que las parafilias sean mucho más comunes de lo que creemos, ya que se trata de una cuestión de grados y no de una conducta totalmente ajena a la conducta sexual “normal” o esperable.

Presentación Clínica
Si bien las manifestaciones de la parafilia se definen en la adolescencia y juventud donde cobra protagonismo el interés sexual, su génesis se remonta a la infancia y primeras etapas de la adolescencia.
Es de esperar que la parafilia sea duradera, recurrente en la vida de la persona y que presente una tendencia a la disminución a lo largo de los años. Suelen cobrar mayor protagonismo en períodos de estrés. Es común que el parafílico busque un entorno donde pueda tener acceso a cumplir su fantasía, consiguiendo un trabajo asociado (por ejemplo: el fetichista que trabaja en zapatería).

El parafílico puede presentar una parafilia exclusiva o no. Es exclusiva cuando únicamente tiene actividad sexual en el marco de la parafilia y combinada cuando logra tener deseo sexual a través de una manifestación no parafílica. En muchos casos la persona lleva una vida social activa con lo cual no se genera sospecha de su trastorno. En otros casos lo padecen en soledad repercutiendo en su rendimiento laboral y vida conyugal. También están quienes logran llevar una doble vida y de esta forma cumplir su fantasía sin inconvenientes mientras la vida pública y privada no estén en contacto.

En la consulta
En general el parafílico no consulta directamente por su trastorno, sino que lo impulsan sus sentimientos de culpa, vergüenza, disfunciones sexuales asociadas, trastorno de personalidad, o exigencias de su cónyuge, etc.

En cuanto a la distribución por sexo, las parafilias se presentan exclusivamente en varones, excepto en el masoquismo sexual en que hay mujeres. El varón es más agresivo por la mayor presencia de testosterona, la hormona masculina que incrementa el deseo sexual. Otros aspectos como la constitución de la biología que hace que el hombre esté más atento a lo que sucede en el exterior agudizando lo visual en detrimento del plano sensorial.    

Corrientes de la neurobiología plantean que hay áreas de la corteza cerebral en donde tendría más representación el impulso sexual; la endocrinología plantea que el parafílico recibiría un estímulo hormonal diferente; corrientes psicosociales plantean que el varón tiene una educación sexual diferente al de la mujer.

Causas
Si bien no existen causas demostradas que den cuenta del origen de las parafilias, se puede decir que la mejor prevención de las mismas es una educación sexual adecuada y saludable a lo largo del desarrollo del niño. Se entiende que las mismas derivan de una atmósfera familiar y social inadecuada en que se desarrolla el niño, como ser el mal manejo por parte de los padres de la curiosidad infantil, sus juegos sexuales, la represión y prohibiciones estrictas. En las parafilias no interviene la herencia, ni tampoco es una conducta aprendida por imitación. Al respecto se puede concluir que las represiones irracionales tienen una gran influencia.

Criterios del DSM V
Según el manual de trastornos mentales DSM “el término parafilia denota cualquier interés sexual intenso y persistente distinto del interés sexual por la estimulación genital o las caricias preliminares dentro de relaciones humanas consentidas y con parejas físicamente maduras y fenotípicamente normales. (...) Un trastorno parafílico es una parafilia que causa malestar o deterioro en el individuo o una parafilia cuya satisfacción conlleva un perjuicio personal o riesgo de daño a terceros. La parafilia es una condición necesaria pero no suficiente para tener un trastorno parafílico, y la parafilia por sí misma no justifica o requiere necesariamente la intervención clínica.” Para hablar de trastorno parafílico debe cumplir los Criterio A y B de cada uno de los trastornos parafílicos. El Criterio A especifica la naturaleza cualitativa (por ejemplo la atracción erótica en mostrar los genitales a desconocidos) y el Criterio B especifica las consecuencias negativas de la parafilia (malestar, deterioro o daño a terceros).

En cuanto a la clasificación, el DSM V incluye 2 grupos. El primer grupo de trastornos está basado en las preferencias de actividad anómalas (trastornos del cortejo –voyeurismo, exhibicionismo, frotteurismo- y trastornos algolágnicos –dolor, sufrimiento-). El segundo grupo está basado en preferencias de objetivo anómalas (orientado a otras personas –pedofilia- y orientados a otros campos –fetichismo y travestismo-).

Tratamiento
Las parafilias no se curan, consisten en una condición de la personalidad que acompaña la vida del individuo. Por lo tanto el objetivo del tratamiento consiste en prevenir el delito –en los casos que así se requiera- y en segundo lugar buscar la compensación del impulso sexual alterado. El mismo consiste en disminuir las conductas reprobables e integrar la parafilia a la conducta esperable o adecuada para la pareja, es decir, aquella conducta sexual que sea más adecuada. No siempre se logra la remisión de la parafilia. Desde la terapia conductual existen técnicas específicas en el tratamiento de la conducta que se desea cambiar. También trabajamos con fármacos para controlar los impulsos, bajando el deseo sexual. Es fundamental la variedad de recursos con los que cuente el terapeuta para un mejor tratamiento. Por tal motivo el trabajo con varias disciplinas es necesario para un abordaje certero.

Clasificación de las parafilias
Existen varias clasificaciones de las parafilias según el autor que se trate. En un comienzo incluía toda actividad sexual que no fuera la penetración del pene en la vagina de dos adultos de mediana edad. Si bien las parafilias no  han variado, con el tiempo se excluye la masturbación, la homosexualidad y el sexo oral o el sexo extraconyugal.

El DSM V comprende 8 Trastornos parafílicos y la categoría Trastorno parafílico no especificado: Trastorno de voyeurismo, de exihbicionismo, de frotteurismo, de masoquismo sexual, de sadismo sexual, de pedofilia, de fetichismo, de travestismo, Trastorno parafílico no especificado.  

El Dr. Money propuso 6 categorías: parafilias de expiación y sacrificio (masoquismo y sadismo); de merodeadores y depredadores (voyeuristas y exhibicionistas); mercantiles y venales (actos de prostitución sin necesidad, no pueden lograr el deseo si no les pagan); selectivas (fetichistas); atractivas o estigmáticas (parcialistas); incitantes y seductoras (exhibicionistas y voyeuristas, pedófilos, frotteuristas).

Otra clasificación propone dos grupos: aquellas que implica una modificación del objeto y las parafilias en las que lo que está alterado es el acto sexual. Entre las primeras encontramos: el fetichismo, pedofilia, necrofilia, parcialismo, zoofilia, coprofilia. Dentro del segundo grupo encontramos: exhibicionismo, voyeurismo, masoquismo, sadismo, fetichismo transvestista, frotteurismo, escatología telefónica, clismafilia, urofilia.  

Tipos de parafilia
Fetichismo: implica la utilización de objetos no vivos para la excitación sexual, la masturbación, el coito y la fantasía, como ropas, zapatos, cabellos, uñas, etc. Cuando se trata de una parte del cuerpo no genital como pies, manos, orejas, se habla de parcialismo. Si la preferencia es por un órgano genital, mamas o nalgas, no se trata de una parafilia típica ya que poseen carácter sexual explícito.

Pedofilia: implica la preferencia por parte de un adulto de un menor, o un adolescente de 16 años, por alguien 5 años menor. La mayoría de los casos el abusador es alguien del entorno familiar. Es común que sean cariñosos con sus víctimas y muestren el abuso sexual como una muestra de cariño más. En el relato de adultos abusados de niños, es frecuente escuchar que no entendieran bien de qué se trataba, aunque sabían que era algo que no se debía contar.

Necrofilia: atracción y actos sexuales con personas muertas. Se describen varias formas: quien desentierra cadáveres, pueden culminar con actos de canibalismo. Quienes tienen relaciones por última vez con la mujer fallecida, negando la muerte. Así como quienes se sienten atraídos por estatuas.

Parcialismo: atención centrada exclusivamente en una parte del cuerpo. Sería parcialismo fetichista si esa parte no es sexual. En el parcialismo existe una percepción exagerada, obsesiva y a veces extravagante de cada una de esas partes. Existe una gran dificultad en integrar el conjunto del cuerpo.

Zoofilia: se caracteriza por la fantasía prevalente o la conducta de mantener relaciones sexuales con animales. Esta puede ser primaria cuando nunca tuvo relaciones humanas, y secundaria cuando empezó a tener prácticas zoófilas luego de una experiencia humana inicial; exclusiva con animales o no exclusiva, cuando además mantiene relaciones con personas.

Coprofilia: desviación sexual por la que se obtiene placer sexual por el contacto con los excrementos.

Exhibicionismo: exhibición de los genitales a un extraño con el objeto de alcanzar la excitación sexual, sin intentos posteriores de efectuar relaciones sexuales con el mismo. Es necesario que el otro se sorprenda como requisito para la excitación.

Voyeurismo: parafilia complementaria al exhibicionismo. Implica la erotización patológica de la mirada. Observar a personas desnudas, desnudándose o que se encuentran en plena actividad sexual. Es característica del voyeurista estar oculto mientras observa. El voyeur sustituye la acción por la mirada.

Masoquismo sexual: constituye uno de los pares parafílicos junto al sadismo sexual de la erotización del dolor. Implica el hecho (real, no simulado) de ser humillado, pegado, atado o cualquier otra forma de sufrimiento. Algunos ejemplos de conductas masoquistas son ser orinado, defecado, obligado a arrastrarse, a imitar animales, a suplicar, etc. Los castigos pueden ser producidos por la pareja con látigos, palos, picanas, cortes, pinchazos, etc. La relación es de 20 varones por cada mujer masoquista.

Sadismo sexual: implica la erotización del dolor, y de esta forma completa el par sadismo masoquismo. El sufrimiento psicológico o físico de la víctima es sexualmente excitante para el individuo. Son actos o fantasías sádicas el inmovilizar físicamente a la víctima, atarla con los ojos vendados a la cama, azotarla, quemarla con cigarrillos o cebo de vela, intentos de estrangulación, etc.

Fetichismo transvestista: implica fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que conlleva el acto de transvestirse, en un varón heterosexual. A diferencia del fetichismo con ropa de mujer, en el que el placer está en la ropa misma, en el fetichismo transvestista el placer sexual se obtiene usando la ropa de mujer. Otras circunstancias en que la persona se transviste y no implica una parafilia son los casos de los transexuales, cuando lo hacen desde su trastorno de identidad sexual; los homosexuales varones y mujeres para facilitar el ejercicio de la prostitución; y los  transformistas en la actividad actoral.

Frotteurismo: se caracteriza por la frotación del cuerpo de otra persona que no consiente. Los frotteuristas aprovechan las aglomeraciones para practicar sus actos. El secreto del frotteurista está en la transgresión, no en la actividad genital.

Escatología telefónica: parafilia que se caracteriza por el uso preferente de las llamadas telefónicas obscenas como forma de obtener excitación sexual. Implica una erotización del sentido del oído y de la fonación, a través de malas palabras, frases sexualmente excitantes o la emisión vocal de sonidos como gemidos. Las llamadas pueden ser tanto a personas que no consienten como a personas que consienten.

Clismafilia: erotización de la parte terminal del intestino por llenado con líquido o enema. Puede tener como origen el exceso en que caen los padres en la utilización de enemas y supositorios en la infancia de sus hijos. De esta manera la utilización de estímulo ano-rectales con enemas sería sustitutiva de la actividad sexual coital, como regresión defensiva contra deseos genitales.

Urofilia: parafilia caracterizada porque el individuo necesita para el orgasmo sentir el olor o el sabor de la orina, ver orinar a alguien o sentir el ruido que hace. Se manifiesta en diversos grados: masturbarse mientras hule orina, escuchar el chorro de orina, ver orinar a otros, pedir al otro que orine sobre él, beber la orina de otro.   

Dentro de un grupo menos comunes de parafilias podemos citar las siguientes:
Braquiproctosigmoidismo: introducción de la mano, hasta el antebrazo, a través del ano.
Clastomanía: erotización al romper ropas.
Dendrofilia: erotización por contacto con las plantas.
Escuhismo o audiolagnia: erotización de ruidos sexuales de un cuarto vecino.
Hipnofilia: erotización ante personas dormidas, semejante a la necrofilia.
Licantropía: forma de sadomasoquismo por la que el individuo se identifica con un vampiro o un lobo.
Misofilia: erotización de la suciedad, vinculada con la coprofilia.
Narratofilia: erotización contando cuentos, relatos o chistes eróticos.
Osmolangnia: erotización del olor de productos corporales en descomposición.
Pictofilia: erotización de figuras pintadas por el propio sujeto.
Pietofilia: erotización ante imágenes piadosas.
Pigmalionismo: erotización frente a estatuas o maniquíes.
Pornofilia: la actividad sexual con material sexualmente explícito.
Quinungolagnia: erotización de situaciones de peligro.
Transexofilia: actividad sexual con un falso transexual.
Triolismo: patología a nivel de la situación: solo se excita frente a dos personas del sexo opuesto.

La complejidad del comportamiento sexual humano hace necesaria que el mismo sea abordado desde una mirada múltiple. Por tal motivo las parafilias son un campo de estudio común de la psiquiatría la psicología, la jurisprudencia, la sociología, la axiología, la filogenética, la antropología. Como terapeutas debemos tener siempre presente la importancia de la mirada multidisciplinar para hacer de los casos más complejos, posibles abordajes desde una ética profesional y humana.

El objetivo de la terapia sexológica es la salud sexual. Para la Organización Mundial de la Salud, la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.