SEXO, CULTURA Y CREATIVIDAD

I Congreso Uruguayo de Creatividad
Local: Sindicato Médico del Uruguay
Texto de apertura del congreso

Psic. Andrés Caro Berta

Existe un monumento en nuestra capital, donado por la República Italiana, que recuerda los orígenes de Roma, y que representa a los dos hermanos Rómulo y Remo siendo amamantados por una loba.
El propio monumento tiene ya una serie de características que lo hacen peculiar.


“La Loba” que representaba a la diosa Luperca, fue realizada entre los siglos VI y V ac., y según se cree, estaba en el santuario de Júpiter Capitolino, junto a ofrendas votivas.
Parece ser que formaba parte de un conjunto escultórico que a sus pies, tenía a un grupo humano representando la reconciliación entre los romanos y sabinos, luego del rapto de las mujeres de los segundos.
Otros opinan que la escultura se complementaba con dos gemelos distintos a los que hoy conocemos.
Ocurre que en el año 65 ac. Un rayo destruyó dicho conjunto, y la escultura a partir de ahí permaneció oculta entre las ruinas del monumento hasta que en la Alta Edad Media se la encontró.
Fue entonces que Guglielmo della Porta, discípulo de Miguel Ángel, en el siglo XVI agregó bajo las ubres de la loba, a dos “puttis”, representando a Rómulo y Remo.

Desde mis años escolares, se me enseñó que estos dos hermanos habían sido salvados por dicho animal que los cobijó, y les dio de su leche.
Con los años, pude conocer algo más de esta historia que, en los años de escuela, se me presentaba como la única y posible versión de lo ocurrido.
Fue así que accedí a la leyenda que rodea la fundación de la ciudad de Roma.

Cuenta la mitología que Rómulo y Remo fueron producto de las relaciones sexuales entre Marte y la vestal Rea Silvia, hija de Numitor, rey de Alba.
El troyano Eneas, luego que los griegos invadieron su ciudad, la abandonó ante la súplica del fantasma de Héctor, y luego de una gran periplo por distintas regiones del Mediterráneo, llegó a un paraje marcado por los dioses, fundando la ciudad de Alba.
Con el tiempo, Numitor, rey de Alba, fue destronado por su hermano Amulio, que encerró a la hija del primero, Rea Silvia –para evitar la posibilidad de descendencia-  en el colegio de las Vestales. Pero, el dios Marte se enamoró de ella y la sedujo.
Cuando aparecieron los dos gemelos, Amulio ordenó encarcelar a la mujer y arrojar al Tíber a los recién nacidos. Pero sucede que era una época en la que el río estaba desbordado, y cuando las aguas se calmaron y volvieron a su cauce, la cesta con los dos hermanos quedó al pie del Monte Palatino, donde fueron encontrados por una loba que los amamantó.
Un pastor del rey, de nombre Fáustulo, los recogió y llevándolos a su hogar, los crió en secreto.
Los dos hermanos crecieron rudos y se dedicaron a robas a los ladrones, repartiéndose los botines entre sí. Durante un festival de las lupercalias, en honor al Dios Pan, Remo fue apresado por ladrón y entregado a Amulio para recibir castigo. Pero se descubrió que él como su hermano eran nietos de Numitor. Rómulo y Remo mataron a Amulio y reinstalaron en el trono a su abuelo, como rey de Alba Longa.
Los dos hermanos decidieron fundaron un pueblo, pero los celos entre ellos, los llevó a una pelea que terminó con la muerte de Remo, por parte de Rómulo, quien luego fundó Roma, abriendo las puertas de la ciudadela a bandidos, pastores, prostitutas, legislando sobre el derecho de asilo, leyes de convivencia, culto religioso y formas de gobernar, además de generar un patriarcado.
Como la dificultad estaba en la escasez de mujeres, puso una trampa a los sabinos, pueblo vecino de Roma, invitó a estos a celebrar juntos un festival en honor a Consus, dios de la siembras y las cosechas. En realidad fue un artilugio para raptar a las mujeres jóvenes, lo que provocó el conocido conflicto entre los dos pueblos que terminó cuando las sabinas suplicaron, terminaran la disputa. 

Esta es la síntesis del relato que entre otros autores, nos legaron Virgilio y Livio, donde en base a hechos reales se conforma un mito que, como tantos otros, narran los orígenes, en este caso de la ciudad de Roma.


Ahora bien, hace unos años atrás, en plena búsqueda de material para mi Diccionario Etimológico de lo Sexual, me encontré con otra versión del mismo hecho que me dejó perplejo.
La tal “loba” no formaba parte de una leyenda, no había sido loba y se llamó Acca Laurentia.
Tal descubrimiento que deseo compartir con ustedes, me permitió reflexionar sobre la sexualidad, lo cultural, la religión y también entrever otros aspectos.
Por ejemplo, porqué popularmente a una mujer atractiva se le compara con una loba, y el origen del vocablo “lupanar”.

La historia la rescata Eugen Relgis y es ésta.  Forma parte de su “Historia de la Sexualidad”. (1)

Acca Laurentia era una prostituta que vivía en una cueva o choza a orillas del río Tíber, donde precisamente fueron dejados los dos hermanos Rómulo y Remo.
Esos campos pantanosos eran atravesados por pastores que llevaban por ahí a sus rebaños.
Cuando Acca veía a alguno de estos hombres, lo llamaba con un sonido gutural muy similar al emitido por los lobos, por lo que con el tiempo comenzaron a apodarla “lupa”, es decir, loba. Y su choza fue llamada “lupanar”.
Entre quienes fueron sus amantes, la Historia conservó el nombre del pastor Faustulus...

A raíz de los beneficios obtenidos, logró esta mujer comprar un terreno y ganado.
En medio de todo esto, una vez encontró en el camino a dos gemelos recién nacidos. Consternada, los llevó para su casa y les dio leche de una cabra, conocida con el nombre de Amaltea.
Al morir esta mujer, quedaron para los dos hermanos como herencia, el terreno y el ganado. Así, frente a los demás pastores, Rómulo y Remo parecían acaudalados.
Aburridos de cuidar los animales, decidieron edificar una casa propia que sería el primer asentamiento de la ciudad de Roma. Pero, los celos entre ambos generaron disputas que terminaron con la expulsión de Remo del lugar, luego de lo cual Rómulo pasa a ser el único heredero de Acca Laurentia.
Comenzó a rodearse de bandidos y prostitutas, quienes fueron afincándose por los alrededores. Pero faltaban mujeres, por lo que se produjo el conocido secuestro de las sabinas, con las consabidas consecuencias.
Pasado el tiempo, los nuevos romanos comenzaron a celebrar en memoria de la “lupa”, unas fiestas agrícolas llamadas “lupercales”, realizadas los 15 de febrero a la búsqueda de obtener buenas cosechas, sacrificándose una cabra en honor del dios Pan, o Fauno, o Silvano, hijo de Hermes y la ninfa Driópe. Éste era el patrono de los rebaños y los pastores, y se le representaba como un ser humano con extremidades de macho cabrío. Siendo el dios de los bosques, durante esas ceremonias, los romanos corrían desnudos por las  calles, con la piel de macho cabrío encima de sus hombros con una cuchilla en la mano o golpeando a la gente con un látigo de cuero de cabra, lo que pretendía representar el rapto de las sabinas, ya que éstas se habrían dejado flagelar por sus raptores, en la creencia de que así serían fecundas y tendrían partos sin mayores complicaciones.
Esta costumbre se extendió hasta el siglo V ac.

La cueva de Acca Laurentia, bajo el monte Palatino pasó a llamarse “Lupercal”, y fue consagrada a dicho dios Pan.
La mujer, transformada en “loba”, se la consideró como la diosa ama de leche de Rómulo y Remo, mientras por otro lado, “lupanar” denominó el lugar donde ejercer su labor las lobas o prostitutas.

Es así que, entonces, una misma historia deriva en dos conceptos opuestos.
Por un lado, generado el mito, se sacraliza a quien protegió a los padres de Roma, eliminando incluso su representación humana; y por el otro, se agrega un nuevo nombre a quien ejerce la prostitución.
En el caso de Acca Laurentia, “la loba”, la cultura imperante fue ocultando la realidad, motando a partir de ella una leyenda que la asorbió y la tornó potable para las nuevas generaciones.
Separó lo divino de lo profano, una vez más lo “carnal” de lo “elevado”, para entonces, sí, poder contar la historia en las escuelas.
Además la estatua logró su ubicación en espacios públicos...


Este no es un caso aislado.
La Historia de la sexualidad humana es un cúmulo de ocultamientos, deformaciones y censuras que van modificándose de acuerdo a las anteojeras y censuras de cada cultura.
Fue, es y seguirá siendo así.
El goce, el placer es algo a contener y controlar.
Así, en un juego perverso yo reprimo, yo sufro la represión, yo deseo, yo me escandalizo, y se dan los absurdos: Se forman las ligas de moralidad, y los videos más solicitados son los pornográficos; un cuerpo desnudo no despierta tanto interés que otro que muestre una parte de la anatomía.
Entre estos absurdos culturales está el fenómeno del doble sentido que actúa como válvula de escape para decir cosas prohibidas, y también para desvirtuar o denigrar la sexualidad.
Por ejemplo, tiempo atrás una canción argentina que logró discos de platino (lo que habla de que era un producto atractivo para el consumidor) comenzaba diciendo: “Marta, cuando quieras te vacuno..” Y ese era solo el inicio.
Es más tolerable el doble sentido malicioso de Porcel- Olmedo, que una película que muestre un vínculo sexual explícito...



Pero, esto no es nuevo ni propiedad de nuestra Cultura. Ya en “Lisistrata” de Aristófanes aparece el doble sentido...
En lo cotidiano resulta menos embarazoso (con todo lo que implica dicho término) decir “pito” o “pajarito” al pene; “pepa”, “concha”, “cola” a la vagina; “lolas”, “pomelos” a los senos, por no continuar con una lista casi interminable de términos con los que se alude a los órganos genitales del hombre y la mujer.
También en este movimiento pendular está el otro extremo (que no deja de ser una forma reprimida- represora de abusar de las “malas palabras” que apuntan a lo agresivo y peyorativo para referirse, entre otras temáticas, a la sexualidad: “pija”, por pene; “concha” por vagina y un largo etcétera que se va sumando a través de la moralina de cada cultura.
(Por ejemplo, la “mujer que ejerce el comercio sexual”, ambigüedad entre tantas otras del pacato Diccionario de la Real Academia es conocida también por: ramera, prostituta, puta, aparcera, araña, bagasa, baldonada, camarera, camello, campechana, carcavera, casina, cisne, cantonera, coima, cortesana, chaleco, daifa, dama, meretriz, milonga, zorra, por nombrar solo algunos de los epítetos, además de motes como “mujer de vida fácil, de la calle o callejera, de vida fácil, de la vida”, etc., etc.)



Otro caso se da con las zonas genitales: Desde el mismísimo Diccionario aludido, los académicos nos hablan de las “zonas pudendas o vergonzosas”. Si nos remitimos a la etimología de estos términos, “pudendo” deriva del latín “PUDENDUS, vergonzoso, torpe, inhonesto, lo que da o causa vergüenza, derivado de PUDOR, oris, timidez, pudor, vergüenza, de PUDERE, causar vergüenza” (2)
Resumiendo el concepto que encierra esto, las partes “íntimas” son las que hay que ocultar, porque su exhibición implica vergüenza; el que las muestra es un desvergonzado, o un sinvergüenza.
De ahí a las disfunciones sexuales hay un muy corto trecho.


Esto, además, está enmarcado en nuestra cultura judeo- cristiana, donde el conocimiento y el goce de los sentidos está penado con el sentimiento de culpa, y su correlato con la noción de castigo.
El origen de los padecimientos humanos ya está relatado en el Génesis, donde el saber, el conocer, y el placer sensual (el saborear del fruto prohibido) genera el primer enfrentamiento entre los “primeros hijos” y ese padre- Dios colérico.
Cuando Adán y Eva osan desobedecer, sufren las maldiciones cargadas de castigos ejemplarizantes y desmedidos entre los que se encuentra el marcarles la vergüenza del descubrimiento de sus propios cuerpos. Unido a la culpa.
La serpiente le dice a Eva: “Más sabe Dios, que en el día que comieres de él (el fruto del árbol del saber) serán abiertos vuestros ojos; y seréis como dioses, sabiendo el bien y el mal” (3)
Cuando cometen esa desobediencia: “Fueron abiertos los ojos de ellos ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cocieron hojas de higuera, y hiciéronse delantales”.
Cuando Dios los llama, ellos se esconden y Adán expresa: “Oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo, y escondime”.
Frente a ello, el Padre- Dios se enoja frente a sus hijos (que son hermanos entre sí) y maldice a la mujer prometiéndole que multiplicará sus dolores, sus preñeces y sus partos, sometiéndola al deseo sexual de su marido.
Al hombre le expresa furioso que maldita será la tierra, de la que comerá todos los días, que la tierra producirá espinos y cardos, y que comerá con el sudor de su frente el pan, hasta que vuelva a la tierra de la que fue tomado.
Acto seguido, los viste con pieles y los expulsa del Edén. (Lo que ocurre en ese momento, lo desarrollamos en el trabajo: “Y Dios condenó a muerte a Adán y Eva”).
A partir de este episodio, nos queda clarísimo que el saber y la desobediencia implican una maldición.


Por tanto, nuestra cultura está cargada desde su origen de la culpa depositada en los hijos que desobedecen al padre todopoderoso que, como señala Freud (otro padre, ¿otro dios?) no deja de ser una representación que apunta a lo universal de cómo ve el niño a su propio padre, o la representación de la pareja de estos.
“El Psicoanálisis deduce que es realmente el padre con toda la magnificencia, como en otros tiempos pareció al niño. El hombre religioso se representa la creación del mundo a la manera de su propia génesis”  (4)
En este planteo sería tonto e inocente de nuestra parte, considerar que nuestra cultura es extremadamente extraña  a las otras, ya que en cada una de ellas se da una explicación de los orígenes de la Humanidad basada en el triángulo edípico que se resignifica en cada nacimiento de cada persona.
En la construcción de cada cultura se dan dos elementos que contribuyen a la constitución de la misma: lo filogenético junto a lo ontogenético.
Freud, en el mismo trabajo mencionado anteriormente, señala que la Cultura es proceso libidinal al servicio de Eros, destinado a condensar en una unidad vasta, en la humanidad, a los individuos aislados, luego a las familias, las tribus, los pueblos y las naciones.
La Cultura controla al individuo a través de la culpabilidad.
Y también –dice Freud-  se apoya en la prohibición de los instintos, siendo los más antiguamente censurados: el canibalismo, el homicio y el incesto.
El homicidio es todavía practicado e incluso ordenado bajo determinadas circunstancias, en tanto la intensidad de los deseos se hace sentir, a pesar de la prohibición.


Como  podrá observarse, estamos inmersos en un mundo de padres e hijos, y entre estos, de hermanos, donde el deseo generado se enfrenta a la prohibición.  Estas fuerzas antagónicas están en la génesis de la neurosis, y es síntoma sería la “salida”  que encontramos.
Así tomemos  a cada individuo aislado o en el entramado que conforma la cultura, que da sustento a lo social, veremos que para permanecer en ella (sin ser expulsados) deberemos reprimir nuestros instintos, domarlos, contenerlos para transar con nuestros padres o nuestros hijos (según el lugar que ocupemos en ese momento) como condición esencial para seguir permaneciendo a lo grupal.
(Esta sublimación de los instintos –agresivos, sexuales- es el origen de la cultura, lo que conlleva la génesis de la neurosis).


Ahora bien, ¿dónde se encuentra el nexo entre los tres conceptos anunciados en el título del presente trabajo: “Sexualidad, cultura y creatividad”?
Continuando con el tema de los orígenes, la etimología de los tres tiene coincidencias.
Cultura es un derivado de “culto”, del latín CULTUS, us que denominaba la acción de cultivar o practicar algo, que deriva de COLERE, cultivar, cuidar.
(En una edición del siglo XIX, el Diccionario señala algo que luego se eliminaría: “Las labores y beneficios que se dan a la tierra para que fructifique. El estudio, la meditación y la enseñanza con que se perfeccionan los talento del hombre. Culto, veneración” (5)
Por su lado, CREAR y CRIAR parten del vocablo latino CREARE que define el “engendrar, producir, dar el ser, alumbrar, dar a luz, parir, ocasionar, causar”. (6)

(Volviendo por un instante al Génesis, la descripción del nacimiento de Adán es esta: “(...) Salía de la tierra una fuente que iba regando toda la superficie de la tierra. Formó pues, el Señor Dios, el hombre del lodo de la tierra, e inspirole en el rostro un soplo, o ‘espíritu’ de vida” (7)
Aquí se da una clara alusión simbólica al vínculo sexual con la emisión de esperma (la fuente), entrando en contacto con el terreno fértil (la tierra convertida en lodo) que juntos generan una nueva vida ).

Entonces, a través de este ejemplo bíblico podemos observar varias cosas: por un lado, lo alusivo se torna tan difuso que, como en el caso de la Loba, pasa a sustituir a la realidad convirtiendo la figura poética en un ocultamiento del hecho en sí. Esto a su vez ejemplifica la sublimación de la sexualidad (como en este caso) donde hasta lo genital como acto procreador se diluye de lo explícito, pasando a ser un producto cultural que se aleja de lo sexual. Es decir, queda el vínculo sexual, la gestación y el parir- nacer como proceso sublimado. Ya no se tratará de hijos biológicos, sino de vástagos culturales.
Observamos nuevamente lo dicotomizante. Por un lado se relaciona a la sexualidad con la procreación (separándola del goce) y por otro lado, se lo sublima tanto que lo aparta del hecho real y originario.

Es tiempo de que, aunque permanezcamos en un terreno neurótico de conflicto entre la pulsión y la represión de la misma, comiencen a integrarse conceptos como partes del todo.

Hemos visto en este desarrollo cómo lo sexual, lo cultural y lo creativo encierran la noción común de disfrute, gestación, parto y nacimiento y el sostenimiento de lo nuevo (crear- criar).
Pero, disfrute, gestación, parto, nacimiento y sostenimiento de qué?
No podemos negar que somos individuos sociales que gestamos cultura, lo que nos genera conflictos entre nuestros instintos reprimidos y los grupos humanos en los que estamos inmersos, que nos condicionan la permanencia en los mismos.
Pero también es cierto que no necesariamente debe tomarse eso como algo imposible de resolver, a no ser a través de la neurosis.
Como veíamos anteriormente, también gestamos  (además de hijos biológicos) otros sublimados, otras realizaciones que hacen a lo cultural.
Productos , como decía Moreno, pero también situaciones, hechos, vivencias que apuntan a lo creativo en nuestras vidas. Que apuntan a la transformación. (En realidad todo transforma la realidad en otra).
Herskovits al respecto señala que “para los no familiarizados con un sentido antropológico, la aplicación del concepto ‘cultura’ a una azada o a una receta de cocina, necesita algún reajuste de pensamiento. La idea popular de cultura la tenemos en lo que podríamos llamar una definición escolar y equivalente a ‘refinamiento’. Tal definición implica la habilidad de una persona ‘culta’ para manipular ciertos aspectos de nuestra civilización que aportan prestigio. En realidad, estos aspectos son dominados por personas que disponen del ocio para aprenderlos”. (8)
Por tanto, a nuestro entender, la tarea es aproximarnos a una sexualidad conectada con el placer de estar vivos y la aceptación de la muerte propia; la aceptación de las otras muertes que se dan permanentemente en nuestras vidas; el conocimiento y la aceptación de nuestros aspectos sanos, pero también los enfermos; el convivir con nuestras zonas claras y las oscuras; con nuestros instintos en una tarea integradora y no como polos opuestos.
Y tender (aunque parezca utópico) a crear y criar sociedades y culturas que acepten la sexualidad como elemento revitalizante para la misma, y no como un objetivo a contener, castigar, reprimir.
La creatividad es nuestra capacidad para enfrentar situaciones dadas con una capacidad de generar nuevos caminos, antes no o apenas intuidos.
Una sexualidad sin creatividad, sin fantasías, sin lo lúdico, sin lo perverso (tomado no con el tono moralizante sino como lo define su etimología, apenas otra versión, otra alternativa a lo meramente genital) se torna como el andamio a punto de caerse.
Pero además, la sexualidad está presente en todos nuestros actos cotidianos, de forma sutil las más de las veces, expresada en seducción, erotismo, sensibilidad, goce de los sentidos, placer de estar vivo.
La creatividad frente al instinto y la cultura, frente al ser y el deber ser, es una salida más sana que permite manejar ambos extremos, conscientes de que el síntoma neurótico no puede desaparecer, pero en la medida que logremos mayor armonía interna, tendremos una mejor relación con el medio, apuntando a la modificación positiva de la realidad.
Entiendo que a veces no somos conscientes de hechos que son maravillosos. Por ejemplo: ¿Cuántas canciones ha generado el Hombre en el correr de su historia?
Si uno hiciera un cálculo absurdo, pero estricto, debería suponer que ya no pueden aparecer más canciones nuevas.
Sin embargo...


En uno de los grupos de nuestra Escuela de Creatividad, venimos trabajando desde varias sesiones el esquema corporal.
Luego de abordarlo desde distintas técnicas (como la arcilla y lo psicodramático, por ejemplo), el grupo realiza un collage a partir del dibujar el contorno del cuerpo de cada uno de los integrantes sobre una hoja de papel.
Como los demás, uno de los integrantes,  hombre de mediana edad, que se presenta como un buscador de afectos, ha insistido en el correr de las sesiones que él siente que es alguien que sabe coger, pero no hacer el amor.
Esta persona, en pleno proceso de cambio (a través de una terapia analítica, con su participación en la Escuela de Creatividad), realiza dicho trabajo, recortando todo aquello que le llama la atención de las revistas que tiene a su disposición, colocando lo seleccionado en las distintas zonas de su cuerpo dibujado.
Es así que  entre otras cosas, pega al costado de los genitales, un dibujo de un hombre al estilo Clark Kent, el que se encuentra abriendo su camisa descubriendo sobre su pecho una camiseta con un logotipo similar al de Superman, sólo que esta vez en lugar de la “S” se lee una “P”. Coloca a su lado, un texto con letras grandes; “cuenta nueva”, como si se tratara de un pene erecto.
Esta persona que divide su vida entre lo racional y el desborde afectivo, sin lograr integrarlos; esta persona que desde meses atrás verbaliza sentirse un Clark Kent, aunque actúe socialmente como Superman, generando en ello un enorme desgaste de energías que le provoca una incómoda sensación de vacío; esta persona que cuando ingresa a la Escuela, un año antes, realiza un primer collage llenando una cabeza –la suya- con recortes de palabras cruzadas, hoy pone un Clark Kent abriendo el pecho, transformándose de un Superman, con un logo en el pecho semejante a un corazón rojo y grande con un “P” mayúscula con connotaciones de “pasión”, “pene” y  tantas otras alusiones.
Además, al lado de ese personaje, en el dibujo del esquema corporal, en la zona genital coloca las palabras “cuentas nuevas”, que asemejan a un pene erecto.
Él lo hace, pero no logra entender el significado de su obra. No sabe porqué puso eso ahí. (No sabe que sabe).
Entonces lo dramatizamos.
Le solicito que, con la ayuda de una manta a modo de capa, abra varias veces la misma dejando al descubierto el pecho, mientras hace un movimiento pélvico hacia delante.
Lo repite varias veces.
Entonces le pregunto qué siente en ESE momento.
Se emociona, los ojos se le llenan de lágrimas contenidas y responde –se responde- “Me parece que ahora lo entiendo”.
Y continúa: “Me conmovió. Me movió el piso. Siento que he estado tapando y tapando, y me he perdido cosas. En ESE momento sentí una integración entre el pecho y el sexo. Siempre fui medio hombre, con una gran cabeza... Es de las primeras veces que puedo expresarme sinceramente desde los afectos y no desde la cabeza, desde lo que conviene y no desde lo especulativo... De ahí la ‘cuenta nueva’, la apuesta al futuro..:”
Por supuesto que el proceso continuó, con todas las marchas y contramarchas que implica el transitar por el conocimiento, el descubrimiento del Inconsciente, pero ESE momento entre polos que se presentaban antagónicos, generando una falso opuesto, permitió a esta persona un mayor saber sobre sí mismo, a través de un proceso creativo.

Sexualidad y y Cultura como los polos complementarios, y creatividad, el elemento articulador, entre el instinto y la convivencia con los otros que puede ser limitante o contenedor, censurante, castrante, neurotizante... o liberador en la medida que a través del conocimiento de uno mismo pueda lograr vínculos más sanos.














BIBLIOGRAFÍA CITADA

(1)    Eugen Relgis- “Historia Sexual de la Humanidad”. Editorial Americalee. Buenos Aires. 1953. Págs. 87- 88.

(2)    Valvuena. Diccionario Latino- Español. Librería de la Vda. De Ch. Bouret. París. México. 1894. P. 710.

(3)    La Santa Biblia. Versión de Cipriano de Varela. Nueva York. 1874. P.7

(4)    Sigmund Freud. Obras Completas. Biblioteca Nueva. Madrid. 1974. Tomo VIII. P. 3194.

(5)    Nuevísimo Diccionario de la Lengua Castellana. Librería de Garnier hermanos. París. 1882. P. 278.

(6)    Idem (2) . P. 235.

(7)    Idem (3). P. 6.

(8)    Milville J. Herskovits. El Hombre y sus Obras. Fondo de Cultura Económica. México. 1968. P. 30.