ADICCION AL SEXO

A través de los años, cuando se habla de adición por lo general se refiere a la dependencia de sustancias psicoactivas.  Sin embargo con el tiempo este concepto se ha ampliado y complejizando, integrando el concepto de adicciones psicológicas.

La adicción al sexo es una de las tantas adicciones entre las que debemos mencionar: ludopatía, adicción a Internet, adicción al trabajo, compra compulsiva y adicción al teléfono.

Adicción

La adicción es una enfermedad, crónica donde inciden factores de índole genéticos, psicosociales, ambientales y espirituales, en su desarrollo y manifestaciones. La enfermedad es frecuentemente progresiva. Se caracteriza por episodios continuos de descontrol sobre el consumo, a pesar de las consecuencias adversas, y distorsiones del pensamiento que niegan el problema.

A diferencia de los otros adictos a las sustancias, los adictos no convencionales van a mostrar dependencia a diversos objetos, cosas y hasta personas, que le ocasiona una estimulación intensa, con los consecuentes cambios emocionales, metabólicos y conductuales, semejantes a una dependencia de una sustancia. (Bava 2009).

Echeburúa (1999), define las adicciones psicológicas como cualquier conducta o hábito aparentemente inofensivo que genera dependencia y pérdida de control con un impacto negativo en la vida de la persona.

Ser adicto al sexo debe diferenciarse del concepto de hipersexualidad. La hipersexualidad implica el comportamiento sexual repetitivo, con alta frecuencia, que genera placer. El punto de corte para el diagnósitico de un adicto, no se encuentra en la frecuencia sexual, sino en el tipo de relación que se establece con el sexo. El sexo en el adicto tiñe la existencia, la persona está obsesionada con el tema lo que se traducen en un derroche de tiempo y energía dedicados a la sexualidad, Alonso-Fernández (2000).

Los informes del comportamiento sexual, de A. Kinsey (1948) revelan diferentes niveles de interés y frecuencia sexual, en los seres humanos. Desde esta perspectiva, los seres humanos se distribuyen en un continúo, desde la baja, pasando por la media y la alta frecuencia sexual. Cuando en una pareja existen discrepancias en el interés sexual, es frecuente que una de las personas implicadas tenga la tendencia a evaluarse como normal y etiquetar a su compañero como hipersexuado. En estos casos el problema evoluciona en el sentido que el etiquetado como hipersexual, plantea exigencias sexuales más y más insistentes y piensa en el sexo constantemente; mientras que la persona considerada con escaso deseo, cae en la pauta de rechazar todo contacto. Esta situación, constituye un problema sexual de pareja, que Masters y Johnson (1996) lo denominaron: “niveles dispares de interés sexual”, muy distinto a una adicción sexual.

En los dos sistemas de clasificación de las enfermedades mentales: el DSM IV y el ICD 10, no se reconocen las adicciones sociales, excepto la ludopatía y la bulimia. El psiquiatra Alonso Fernández (2000), propone, que sean consideradas como una entidad nosológica diferente, a la patología de control de impulsos, por poseer características equiparables a las adicciones de sustancias psicoactivas. Algunos autores sostienen que afecta al 5% de la población, pero este dato es engañoso por la negación que las personas presentan del problema.

Cuando la conducta sexual se vuelve adictiva, además de constituirse en un acto repetitivo reúne otras características típicas que se describen a continuación (Cáceres, 2005):

La conducta que al principio produce placer, más tarde la persona siente la urgencia por repetirlo en situaciones concretas, acompañado de sensaciones de desagrado. Ese malestar se traduce en sensaciones negativas y síntomas de tipo sequedad de boca, aceleración y malestar, que no desaparecen hasta que no se ha repetido la secuencia (abstinencia). Estos son los factores que demuestran que la persona tiene un lazo adictivo con el sexo. En este punto la persona obtiene efectos adicionales del sexo, de tal modo que cuando no lo ejerce se siente con desasosiego, y por tanto intentará volver al acto (craving). Es el mismo fenómeno que se describe en las adicciones a sustancias, definido como un intenso deseo a tener sexo, en forma compulsiva, sin poder evaluar riesgos o consecuencias. En esta instancia del desarrollo del problema, los sujetos frecuentemente manifiestan haber intentado detenerse, sin éxito.

Otra de las características de las personas que padecen este problema, es la necesidad incontrolable por sexo de todo tipo, desde relaciones sexuales con otras personas hasta masturbación o consumo de pornografía.

El problema evoluciona evidenciándose cierto escalamiento en el comportamiento. El estímulo sexual que inicialmente fue suficiente, a largo plazo pierde efectividad y la persona se orienta hacia la búsqueda de estímulos más intensos. Este escalamiento genera consecuencias sociales, problemas familiares diversos, rechazo social e incrementa el riesgo de contraer enfermedades. Estas características son equiparables a los fenómenos de tolerancia que se dan en las adicciones a sustancias, donde el problema evoluciona desde el uso, mal uso, uso problemático y adicción, en personas vulnerables.

Desde el punto neurobiológico se describe el síndrome de recompensa insuficiente tanto en adicciones a sustancias como adicciones comportamentales. Existe evidencia que en este tipo de adicción presenta una disfunción dopaminérgica y del sistema opiáceo, por lo cual este tipo de comportamiento no podría explicarse exclusivamente por un déficit en el control de impulsos (Caballero 2003)

La adicción al sexo esta caracterizada por diversas manifestaciones conductuales:

  • Masturbación compulsiva
  • Alta frecuencia sexual
  • Búsqueda de encuentros sexuales con desconocidos, sin protección
  • Actividad sexual sin estimulación, a cualquier hora del día, momento o lugar
  • Uso frecuente de pornografía, prostíbulos, teléfonos eróticos o web porno
  • Conducta hipersexual y obsesiva con una persona
  • Ejercicio del sexo con riesgo
  • Actividad sexual sin proponérselo
  • Intentos fallidos por controlar la conducta
  • Indiferencia sexual hacia la pareja habitual
  • Desconexión de la ecuación sexo- intimidad
  • Pérdida del interés por actividades no relacionadas a su adicción
  • Consecuencias legales, y sociales (trabajo, familia, pareja, pasatiempo, amigos)

El adicto consume la conducta no ya en búsqueda del placer, sino evitando el malestar sin mediar en las consecuencias negativas a corto y largo plazo. Generalmente el sexo es un medio para manejar el estado de ánimo y enfrentarse a la frustración y el estrés cotidiano. Luego de realizar la conducta suele embargarlo sentimientos de soledad y culpa.

Factores de predisposición

Según Bancroft y Vukadinovic (2004) estudiando una muestra de 31 personas adictas al sexo, encontraron rasgos de personalidad orientados hacia la búsqueda de sensaciones y marcado interés sexual en momentos de ansiedad y depresión. Carnes (2001) llegó a la conclusión que la adicción al sexo correlaciona alto con otras adicciones ya sea a sustancias y/o comportamentales.

Otros autores como Blankenship y Laaser, (2004), han postulado la interrelación entre déficit atencional e hiperactividad en las adicciones al sexo.

Carnes (1991) afirma que un alto porcentaje de los adictos estudiados revelaron ser abusados física o emocionalmente en la infancia y habían sido criados en familias rígidas y con un alto grado de disfuncionalidad.

Impacto

Como la persona no tiene control sobre sí misma, pronto va reincidiendo en estas conductas sexuales desordenadas que le generan más y más malestar, ansiedad e incomodidad al hacer lo que no quería hacer y estar donde no se quería estar.
Es en ese momento de profundo malestar, ansiedad, incomodidad y confusión cuando el adicto tiende al rechazo de sí mismo por no ser capaz de controlar su conducta sexual. El adicto siente que ha perdido el equilibrio entre el deseo, la necesidad y sus afectos. Debido a esta dura lucha contra sí mismo y la constante derrota, no solamente habrá perdido la confianza en si mismo sino también la libertad.

Se produce un doble fallo de la libertad de la persona. Por un lado el sentir deseos incontrolables de realizar los actos sexuales que pongan alivio al malestar. Por otro, el hecho de realizar la conducta, ésta no se desarrolla libremente pues no admite detenerse.(Alonso Fernández 2002)
Otras consecuencias que la adicción produce son: el miedo a la pérdida del afecto de sus seres queridos, temor a ser rechazado por la sociedad y quienes le rodean. Paulatinamente conducen al adicto a llevar una doble vida, conservando una imagen positiva ante la sociedad, y la verdadera imagen de debilidad. Sin embargo, no siempre es posible ocultar todas las consecuencias. Rápidamente y producto de su doble vida, el entorno laboral, familiar, espiritual y social, se verán afectados.
La pareja del adicto es la primera persona en sospechar que existe un problema. La improductividad en el trabajo, los gastos sin justificación, distracciones frecuentes, cambio de humor etc son elementos siempre presentes en la vida de la persona. La familia percibe la disminución en la atención a las tareas del hogar, a los hijos, generada por la energía que implica la adicción.
El plano espiritual se podría decir que es el primero en dañarse y el más afectado de todos. El adicto apela al mecanismo de disociación para tolerar los sentimientos que le genera el conflicto entre su conducta y sus convicciones religiosas.

Para Búrdalo (2000) el adicto al sexo confunde el amor con el éxtasis sexual, siendo el sexo la única vía para conseguir una gratificación personal y afectiva, en una existencia sin sentido.

La obtención del placer físico va acompañado a veces o suplantado por el placer mental; es decir una experiencia de poder, la autoafirmación  o un alarde de violencia, Alonso Fernández (2000)
Mientras la persona se encuentra dominada por la adicción, el paciente va hundiéndose en un vacío interior que trata de llenar con sexo.

Los adictos al sexo al igual que los adictos a sustancias, con el tiempo conforman un entorno de coadicción, Cáceres (2005). Mantienen relaciones afectivas con personas que ocultan, protegen o justifican la adicción. May (2000) afirma que la codependencia es un grave problema que se desarrolla de estar obsesivamente involucrado afectivamente en los problemas de un adicto, conduciendo su propia vida hacia el caos, en el proceso.

Un adicto mantiene su vínculo de dependencia con una conducta o sustancia, el codependiente tiene una adicción con el adicto. El fenómeno de la codependencia no representa la ayuda natural que un familiar le provee al adicto y la consecuente afectación temporal, que en la mayoría de los casos no tiene éxito. Se trata del efecto contraproducente de lastimarse psicológicamente al tratar de brindar ayuda al adicto y a pesar del resultado adverso, continuar en un círculo vicioso. Los esfuerzos cargados de buenas intenciones de encaminar al adicto, contribuyen a perpetuar el problema.

La codependencia resulta un estilo de relación inadecuada, en la que el miembro no adicto es dependiente del adicto, por su necesidad de pertenecer, de ser útil, éstas características lo conducen a pagar un precio muy alto.

Para Alonso Fernández (2000), presidente de la Asociación Europea de Psiquiatría Social, las adicciones sociales constituyen una pandemia social del siglo XX. El estilo de vida sin sentido, enfocado hacia los valores materiales y el éxito, acompañado de la desintegración de la estructura familiar, genera altos niveles de estrés e incremento de la depresión. La crisis social, moral y ética conduce a lo que el autor denomina los “7 jinetes del Apocalipsis” que llevan al hombre a anular la libertad y crear una relación de dependencia incontrolable con ellos. Los siete males de la sociedad actual, son las siete nuevas adicciones: juego, comida, compras, sexo, televisión, trabajo e Internet.

En el mismo sentido, Rojas (2003) describe al hombre nuevo: el hombre Light y el fenómeno social de la indiferencia por saturación. Inmersos en una sociedad donde todo lo material está en exceso, los valores se devalúan y se prioriza el placer inmediato, la ilusión de felicidad inmediata al alcance de la mano, a través del consumo sin compromiso.

El hombre Light lleva una vida sin metas y pone la prioridad en la velocidad por alcanzar lo deseado antes que la meta. El hombre actual posee una soledad carente de dimensiones profundas, permanece anclado en su narcisismo y subjetivismo. Vive confundido, llama libertad a la prisión del consumo, al sexo lo llama amor y al bienestar lo equipara a la felicidad. Es en éste ser: Light, donde se constituye el terreno para todas las adicciones.

Conclusión

Desde nuestro rol de terapeutas, agentes de salud mental, es imprescindible mostrarle a los pacientes, los caminos que hacen a la condición humana: la libertad y la responsabilidad (Frankl, 1989). El vacío existencial puede conducirnos a profundizar en la adicción y convertirnos en prisioneros del sexo o encontrar en este padecimiento una oportunidad para desplegar un sentido espiritual a la existencia.


Referencias

Alonso-Fernández F.: Psicopatología, ISSN 0211-5549, Vol. 20, nº1, 2000, pags. 3-14

Bancroft, J., & Vukadinovic, Z. (2004). Sexual addiction, sexual compulsivity,

sexual impulse disorder or what? Towards a theoretical model.

The Journal of Sex Research, 41, 225–234.

Bava, L., (2004). Cuando jugar enferma. Argentina, Ed. Lumiere.

Blankenship, R. y Laaser, M. (2004). Sexual addiction and ADHD: Is there a connection? Sexual Addiction and Compulsivity, 11, 17-20.

Brito, J. R., (2006) Desarrollo del Sexo según Víctor Frankl. Buenos Aires: Dunken.

Búrdalo B.(2000) Amor y sexo en Internet, Madrid, Ed. Biblioteca Nueva.

Cantera, M.:(2001) Contacto sin tacto. Amor y sexo en la Internet, Uruguay, Ed. (Autor).

Cáceres J. (2005). La adicción al sexo. Psicología conductual: Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud, ISSN 1132, Nº3, pag. 405-416,

Carnes, P. (2001) Out of the shadows: ununderstanding sexual addiction (3º edic.) Center CityMN: Hazelden Information & Educational Services.

Carnes, P. (1191). Don t call it love: recovery from sexual addicition. Nueva York: Bantam Books.

Echeburúa, E. (1999), ¿Adicciones sin drogas?: Las nuevas adicciones: juego, sexo, comida, compras, trabajo, Internet, Madrid, Ed. Desclee de Brouwer, S.A.

Ellis, A., Mc Inerney J., Di Giuseppe, R y Yeager R, (1992). Terapia Racional Emotiva con alcohólicos y toxicómanos, Bilbao, El Desclée De Brouwer, S.A.

Frankl, V. (1989). El Hombre en Busca de Sentido, Barcelona, Herder.

Kinsay, A., Pomeroy, W. y Martin, C. (1948). Sexual Behavior in Human Male. Filadelfia: Saunders.

May D., (2000) Codependencia, La dependencia controladora. La dependencia sumisa. Bilbao Ed Desclée De Brouwer S. A.

Montejo, A.(Ed.), (2003) Sexualidad y salud mental. Madrid, Ed. Glosa. S.L.

Rojas, E., (2003) El Hombre Light. España, Ed. Booket.

ADICCION AL SEXO

Lic. Ps. Adriana Martínez Acuña

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